Bossa del silencio
Sentados en sillas que les sostienen la sonrisa
o recitando breves epitafios recorren la atmósfera
enrarecida y naranja del más acá, se sienten.
Dentro, el silencio preserva el aleteo
de pájaros vivaces que anidaron un día
y que ya no emigrarán hacia ningún verano:
dramáticas siluetas en la pared revientan.
Pero hay los que me vienen a contar su maldición,
su queja. Esta tarde en la biblioteca, eran tantos...
Una larga lista de presencia fue levantada,
no faltó aquel clásico rumor de cadenas.
Shhh, el más pequeño levanta la mano
-un ave negra voló hacia la ventana, se detiene-
pide permiso para suspirar: mi dolor es otro,
nada tiene que ver con este infierno.
Todos vienen a mi, no les escucho a veces
y prefiero volver por donde vine, ensordecer al beat
frenético de todos y los demás, de unos y otras
en la insoportable angustia de no importarnos.
Cuando no hay más que hacer, la angustia hace
ruidosa la sustancia del baile y vuelvo a casa
para calmar con los fantasmas su reflejo vivo,
su inquieta aparición en medio del hambre...
El silencio es la ruta de los fantasmas desesperados,
insisten con las traiciones y las burlas, odian a todos,
todos reaccionan: son sus fantasmas. Los amables
se preguntan por la geografía de la paz, las veladoras
y las canciones. Les escucho claramente, son recuerdos
que lloran al recibir la luz desde el fondo de las aguas.
Se van a sentar a los pies de un ciprés, serenos en casa,
como el futuro... En casa habitan muchos fantasmas.
De repente, estaba hablando de otra cosa (tengo dos tareas de nuevos poemas) pero empecé a escribir recordardo mi brake down en la Uni esta tarde (más bien, ayer en la tarde), cuando tenía tres horas libres y trabajé dos... y lloré una. Llorando en silencio. Hoy ya es miercoles 31 de agosto a las 3:43 am., menos mal que no tengo Uni ni nada urgente por hacer... estaré durmiendo. **Corregí, reescribí algunas ideas... 1ro de Septiembre.
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