Aunque todos la esperábamos, nadie la vio llegar. Tomó de sorpresa a Tía Jacqueline cuando el último suspiro de mi abuelo salió raudo a su encuentro. Era la muerte tras noventa años de vida.
Ramón Elpidio Then Vargas nació en 1921 en Castillo, San Francisco de Macorís. Era hijo de Ramón Then y de Lola Vargas. Tuvo varios hermanos de padre y otros pocos, producto de aquella pareja no oficial. Ramón Then, mi bisabuelo, fue donde aquella mujer que es mi sangre y llevó a los niños a su casa, para ser criados por su esposa. A todos les dio su apellido raro. De los hermanos de mi abuelo he conocido a dos. Luz y Tobías, a quien mi abuelo llamaba "Compadre". Se querían mucho mi abuelo y ese Tobías. Se quieren más ahora. Han de estar juntos. Y han de haberse reunido con sus padres y abuelos. El abuelo de mi abuelo, aquella figura casi mítica, que mi abuelo idealizaba como un caballero decimonónico, vestido de blanco y a caballo por el pueblo, se llamaba Germain Then, un judío francés que debió venir por ahí de 1880 a esta isla. Por la tierra que eligió para formar familia, deduzco que sus negocios tenían que ver con el Cacao.
De los oficios y vida de mi abuelo Elpidio, apenas puedo decir algunas anécdotas sueltas. Lo más constante, lo que mejor conozco, es su amabilidad, su sonrisa, su gran ternura hasta el final. Dicen que pelió en la Guerra de Abril. Dicen que una vez le dio una bofetada a un militar en tiempo de Trujillo. Fue agricultor en su tierra natal. Por algunos años, huyendo de la crisis, buscando mejor suerte, se trasladó a Nagua con mi abuela, la única mujer de su vida, María Olimpia de Jesús Moya. Allí nacieron algunos de mis tíos y mi propio padre vivió allí sus primeros años. Una loma fértil cerca del Atlántico. Esta noche oí decir a mi abuela que no había otro hombre como aquel Ramón Elpidio en esos campos de Dios. Nadie como él chapeaba, manejaba la azada... Creo que mi abuela se había enamorado de él, algo no muy común en una cultura que le asigna hombres a las mujeres sobre todo por necesidad. Creo que ellos sólo tenían la necesidad de quererse y tener hijos buenos. Estos son sus nueve hijos, hombres y mujeres buenos, de trabajo, con esperanzas: José, María (Tía Mayra), Ramón (mi papá), Sonia, Jacqueline, Carmen Miguelina (Tía Ivelisse), Isabel, Adalgiza (Tía Ada) y José Luis Then de Jesús.
Para final de los años 60 ya vivían aquí en la Capital. Rodaron por algunos barrios hasta instalarse en el Capotillo en 1975, dejando atrás Las Cañitas. Los trabajos cambiaron para mi abuelo. Fue vendedor ambulante de Santos y quincallerías varias... Trabajó como un buey hasta que decidió que ya había tenido bastante de eso. Y se sentó a descansar hasta que la vida se le agotó entre sonrisas, tragos de Brugal y las discusiones políticas entre uno y otro programa de radio o TV. Lo recuerdo de niña siempre escuchando Radio Mil Informando o Tribuna Democrática. Porque mi abuelo era además un socialista. Un socialista democrático... Militante hasta el último día del Partido Revolucionario Dominicano, el que alguna vez debió ser verdaderamente "El partido del pueblo y de la libertad". Mi abuelo, pues, era un rebelde con causa que rechazaba la rezadera religiosa sin fundamento en la práctica social. La espiritualidad real no tiene nada que ver con esa obstinación en el sacrificio y la sumisión que pregonan algunos religiosos a los que sentía placer de echar de su casa... Intolerante ante los protestantes, mi abuelo era un católico socialista, un luchador de batallas justas... y lo seguirá siendo en el cielo como lo fue en la tierra.
Y bueno, para no cansar el cuento, este es el pequeño retrato de mi abuelo. Y pronto le daré al mundo otro regalo, la oportunidad de ver su sonrisa, de oírle hablar con su voz cálida. Inolvidable cuando siempre parece defender a los pequeños de las injusticias. "Déjalos, que son inocentes" gritaba a mi abuela cuando la hartábamos con indisciplinas y desórdenes. Sé que ahora está sonriendo, sabiendo que no se equivocó tanto, que el principio de bondad lo ha cumplido siempre, que deja detrás una familia orgullosa de haberlo tenido como padre. Sé que verá premiada su ternura y reconocida su sonrisa ante la luz de Dios. Sé que seguirá pidiendo eternamente justicia y libertad, rodeado de otros rebeldes tiernos allá en lo infinito...
Ramón Elpidio Then Vargas nació en 1921 en Castillo, San Francisco de Macorís. Era hijo de Ramón Then y de Lola Vargas. Tuvo varios hermanos de padre y otros pocos, producto de aquella pareja no oficial. Ramón Then, mi bisabuelo, fue donde aquella mujer que es mi sangre y llevó a los niños a su casa, para ser criados por su esposa. A todos les dio su apellido raro. De los hermanos de mi abuelo he conocido a dos. Luz y Tobías, a quien mi abuelo llamaba "Compadre". Se querían mucho mi abuelo y ese Tobías. Se quieren más ahora. Han de estar juntos. Y han de haberse reunido con sus padres y abuelos. El abuelo de mi abuelo, aquella figura casi mítica, que mi abuelo idealizaba como un caballero decimonónico, vestido de blanco y a caballo por el pueblo, se llamaba Germain Then, un judío francés que debió venir por ahí de 1880 a esta isla. Por la tierra que eligió para formar familia, deduzco que sus negocios tenían que ver con el Cacao.
De los oficios y vida de mi abuelo Elpidio, apenas puedo decir algunas anécdotas sueltas. Lo más constante, lo que mejor conozco, es su amabilidad, su sonrisa, su gran ternura hasta el final. Dicen que pelió en la Guerra de Abril. Dicen que una vez le dio una bofetada a un militar en tiempo de Trujillo. Fue agricultor en su tierra natal. Por algunos años, huyendo de la crisis, buscando mejor suerte, se trasladó a Nagua con mi abuela, la única mujer de su vida, María Olimpia de Jesús Moya. Allí nacieron algunos de mis tíos y mi propio padre vivió allí sus primeros años. Una loma fértil cerca del Atlántico. Esta noche oí decir a mi abuela que no había otro hombre como aquel Ramón Elpidio en esos campos de Dios. Nadie como él chapeaba, manejaba la azada... Creo que mi abuela se había enamorado de él, algo no muy común en una cultura que le asigna hombres a las mujeres sobre todo por necesidad. Creo que ellos sólo tenían la necesidad de quererse y tener hijos buenos. Estos son sus nueve hijos, hombres y mujeres buenos, de trabajo, con esperanzas: José, María (Tía Mayra), Ramón (mi papá), Sonia, Jacqueline, Carmen Miguelina (Tía Ivelisse), Isabel, Adalgiza (Tía Ada) y José Luis Then de Jesús.
Para final de los años 60 ya vivían aquí en la Capital. Rodaron por algunos barrios hasta instalarse en el Capotillo en 1975, dejando atrás Las Cañitas. Los trabajos cambiaron para mi abuelo. Fue vendedor ambulante de Santos y quincallerías varias... Trabajó como un buey hasta que decidió que ya había tenido bastante de eso. Y se sentó a descansar hasta que la vida se le agotó entre sonrisas, tragos de Brugal y las discusiones políticas entre uno y otro programa de radio o TV. Lo recuerdo de niña siempre escuchando Radio Mil Informando o Tribuna Democrática. Porque mi abuelo era además un socialista. Un socialista democrático... Militante hasta el último día del Partido Revolucionario Dominicano, el que alguna vez debió ser verdaderamente "El partido del pueblo y de la libertad". Mi abuelo, pues, era un rebelde con causa que rechazaba la rezadera religiosa sin fundamento en la práctica social. La espiritualidad real no tiene nada que ver con esa obstinación en el sacrificio y la sumisión que pregonan algunos religiosos a los que sentía placer de echar de su casa... Intolerante ante los protestantes, mi abuelo era un católico socialista, un luchador de batallas justas... y lo seguirá siendo en el cielo como lo fue en la tierra.
Y bueno, para no cansar el cuento, este es el pequeño retrato de mi abuelo. Y pronto le daré al mundo otro regalo, la oportunidad de ver su sonrisa, de oírle hablar con su voz cálida. Inolvidable cuando siempre parece defender a los pequeños de las injusticias. "Déjalos, que son inocentes" gritaba a mi abuela cuando la hartábamos con indisciplinas y desórdenes. Sé que ahora está sonriendo, sabiendo que no se equivocó tanto, que el principio de bondad lo ha cumplido siempre, que deja detrás una familia orgullosa de haberlo tenido como padre. Sé que verá premiada su ternura y reconocida su sonrisa ante la luz de Dios. Sé que seguirá pidiendo eternamente justicia y libertad, rodeado de otros rebeldes tiernos allá en lo infinito...
Abuelo Elpidio
1921-2011...
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