Espada de suaves contornos, lengua de sol,
te apareces en mi aposento alto y te dedicas a formular la pregunta
que sólo perdida en la nada respondo,
con el techo dibujado en las pupilas y al fondo del techo las estrellas.
Detrás de mis pupilas, el infinito agitándose en su creación.
Como una manga, como una manta, como montaña rellena de magma,
vasija contenedora del tiempo, me agiganto.
Soy el centro de la tierra y el mar, nada hay fuera de mí y estás adentro.
A estas horas acuáticas donde la luna se reparte en mil espejos de igual misterio
y los pescadores salen a pensar en todo lo que soy,
se detiene el latir del otro mundo, se suspende en un suspiro
el alma de un amante que sabe que a esta hora en cualquier lugar
es la hora y otro es la aguja ancha precisa, acompasada, indetenible...
Y que estoy sola.
17/05/2013
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