Perdóname hoy mi impaciencia, amor mío.
Es la lluvia primera del verano, y la arboleda del río
está jubilosa...
Es la lluvia primera del verano, y la arboleda del río
está jubilosa...
Rabindranath Tagore
Vamos, que no me he olvidado de ti,
es que me he replegado como tú te repliegas
cuando me amas demasiado para llevarme en la solapa
(quiero creer).
¿Qué hiciste todos esos días imposibles para mis ojos?
Al cofre untado de almizcle y mirra no penetra el humo ni la luz de tu batalla.
¿Qué triunfos conseguiste entre tanta sangre?
Apuesto que arañaste la tierra hasta perder las uñas
por ser un hombre grande, alguien en la vida;
un poco más y ahí estarás, en la cima del mundo que conoces
(lamento decirte, sin embargo, que no hay ambición sana,
pero te entiendo).
¿No te aburres de tener que demostrar algo a alguien todos los días,
demostrarle a tu yo del mañana que tu ello de hoy
es poca cosa y saldrás, y llegarás, subirás, estarás, serás, un día?
(Prepárate para ser devorado por el mundo,
lo que nos hace gracia no es inocente).
Parado a la puerta de tu fiesta,
el hombre del traje te pedirá tus credenciales;
las bocas anónimas se inclinarán otra vez y sonreirás
con otra boca anónima y una mueca en el espejo.
No bastará con tus pequeñas nueces de oro,
y engranajes de plata y rotores de platino,
y cuñas de titanio y corazones de mercurio.
La miseria que llevamos dentro supera toda la podredumbre que nos rodea
y sólo los más miserables lo sabemos (ese es el asunto, saberlo).
Porque mientras más nos duele el mundo, más nos dolemos,
mientras más queremos trascenderlo, más nos sabemos presos
(saber es libertad y tú no sabes que no sabes de mi lo que hace falta).
¿Qué hiciste todos estos días aparte de perder el tiempo?
Vicio del universo (siempre hablo de esto)
estamos enquistados, atragantados en el mañana que estamos construyendo...
Por el ego, te dije, por el ego, dijiste.
Y sin embargo, no nos hemos reconocido
en el humedal que nos juntó para comenzar la vida.
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