Año nuevo y casualmente, el nuevo comienzo

Este año he decidido aplicarme a mis tareas espirituales. Para ello, he realizado varios retiros. El primero, inconscientemente, acompañando a mi familia a la Basílica de Higuey y luego viajando a las playas, a sentir la luz, la arena, el viento, el vacío.

Al regreso de esa salida, tuve el golpe de la noticia de la muerte de una amiga y al mismo tiempo, la consideración de cortar con una dinámica de persecusión en la que yo reclamaba la atención de alguien que, por las más diversas razones, no me la podía dar. Sobre eso diré que una forma de intoxicar el alma es vivir demandando, esperando, exigiendo y apegandose y por lo tanto, tenía que ser cortada de raíz esa experiencia, de manera dulce, como nunca antes, y con la convicción de que una bella amistad puedo encontrar en el camino. He escrito una nota dedicada a él y a la memoria de lo que puede ser a partir de ahora.

Así que, tomada esa decisión y sensiblemente tocada por el viaje a Higuey, y las demás experiencias, me retiré al campo a dejar atrás mi vida tonta y a retomar mis trabajos espirituales, en busca del Axé. Dejé el alcohol, como una medida principal para la desintoxicación del cuerpo, que es el camino de desintoxicar el alma. Sobre la dieta, tengo ya más de un año que soy vegetariana, por segunda vez en mi vida. Y al estudiar ambas medidas, recuerdo que los momentos de grandes "picos" de Axé y claridad los he tenido cuando he sido más disciplinada en ese cuidado del cuerpo.

Lo mejor de todo eso, para lo que eso sirve, es para recibir las bendiciones de Dios, los "dones del espíritu" en el Cristianismo. En mi caso, esos "dones" se agolpan desesperados por llegar a mi. Desde todos los frentes me llegan los recordatorios del "recogimiento" y esta vez, una vez más, apuesto por eso. Ya llegarán más noticias al respecto por esta vía. Pienso casi en un "Diario del Axé" para tener el estímulo de mantener la disciplina y la constancia en la suma de los días, en el día a día.












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