Ventana al infinito





Ningún hombre sabe quién es.
Ningún hombre es alguien.
Ningún tú mismo fuiste ayer.
Ningún tú mismo existirá mañana
para llenarme las expectativas
y los abrumadores vacíos.
Por eso, sin más desesperación
ni esperanza, con la tranquilidad
de un árbol, de un hueco profundo,
me desvanezco.
Desaparecer es el amor, aunque
se quede.
Es que de esto se trata: huella en la arena
de los tiempos que incesantemente
caen sobre sí mismos.
No huyas. Ningún tú besa el volumen,
la forma sin forma, la causa y el efecto,
y los pequeños mundos adheridos al molde:
la colateral impresión del mismo pasado
y la enorme inexistencia del futuro:
aquí mismo besa ahora cuando sea ahora
y tú ninguno otra vez, renovado.
Es que esto soy, mi amor, tiempo
y espacio.
La ventana está abierta al infinito,
en mi pupila caben todos los hombres
que no eres y que siéndolo explorarás
cuando yo te vea.
En mi sonrisa caben todos tus nombres
y la lengua con las que te nombremos.
La pasión para contar, tumbados
sobre su número:
que en el corazón me caben
todas las estrellas.

Referencias:
Salvador Dalí,
 Muchacha en la ventana,1925.
"Ningún hombre sabe quién es",
Macedonio Fernández citado por Borges.
Y más budismo. Más momento presente.


Comentarios