El amor viaja IV

Esta es la continuación de mi poema interminable. En esta cuarta edición introduzco un personaje nuevo en la sección IV, un hombre al que le mando todo el amor que conozco sin esperar nada a cambio. Aparte realizo unas pocas alteraciones en los versos anteriores, pero lo importante fue que dividí el poema en secciones de acuerdo a como fueron escritas.


EL AMOR VIAJA

I

Te mando amor,
un reiterado acertijo de elementos
que se compone sólo ante tus ojos;
una resonancia de latidos
que se liberan
al viento húmedo que me evapora.

Te mando amor,
una ausencia respetuosa del mapa
de tus palabras y de sus gestos;
una dulce sensación
de perderlo todo
al roce inesperado de un fantasma.

Te mando amor,
aquella soledad madre de las aves,
frutas del aire, escurridizas;
una columna de agua secreta,
madurada por los montes
para nombrar tus pies.

Te mando amor,
un silencio anidado en el concierto
de hadas colgadas a los árboles
de cabeza;
la erguida situación de las palmeras
en la plástica niebla de la distancia.

Te mando amor,
una matriz horadada en el aire
entre los pliegues del trabajo
y la caricia urgente;
una casa con diez tentaciones,
tentáculos que traen hachas de azúcar.


II

Te mando amor,
una vibrante perturbación de espejos
lunares
en la secreta convulsión de mis palabras
la descansada puerta de mis ojos
y su trastienda erizada de constantes.

Te mando amor,
la errabunda ensoñación de una balsa
a la deriva en medio del océano
de aromas,
la riqueza mineral de un abismo
suspendido entre dos playas.



III


Te mando amor,
el último adiós en la hechizada
certidumbre de acumular bienvenidas
y el descubrimiento cruel
de que mis certezas
a menudo son absurdas.

Te mando amor,
el insistente trueno del honor sin ego,
la comprensiva dignidad de una oremi
que en la tarde ardiente
espanta moscas mientras se mece,
la amable obstinación de una abuela.

Te mando amor,
los colores que se levantan en la lluvia,
los guijarros que compiten en canales,
la gota que guarda
en sus mapas invertidos
el look irrepetible del campo y de sus pobres.

Te mando amor,
la sanación que emana de mis buenos ratos,
del tiempo lineal que gira y libera
lo que ha crecido
para la noche infinita de estrellas vivas
que amanecen dondequiera.


Te mando amor,
incansable y apenas provechoso,
el ritual del humo que se aleja,
que mimetiza el fuego
que lo consume, la ceniza para curar heridas,
para marcar portales.




IV

Te mando amor,
un presente de viejas palabras envueltas
en celofán brillante, porque tú eres nuevo,
fresco como un nimbo
de menta y como manto perfumado
para el que va a morir.

Te mando amor,
inasible sueño todavía, pero amor desde
entonces y cuanto antes, con los sentidos
alterados por la humana
toxicidad de la esperanza, frutal
y vago recuerdo de mañana.

Te mando amor,
un cierto mar clamoroso y sus bajeles piratas
que se me estrella contra las costas donde soy yo
y rompe diques cuando
te acercas y rompe diques
cuando no estás.

Te mando amor,
una instancia ante las hadas más solícitas
para preservarte, crisantemo amenazado,
de las manos infantiles
que ya quisieran deshojarte
para nada.

Te mando amor,
un nodo allá al límite de mis vibraciones
el punto imposiblemente vivo que espera
ser hallado como tesoro
de carne y reanimado
a dentelladas.

Te mando amor,
la coloración avergonzada de mis mejillas en
mi primera entrega,
insospechada carta al futuro,
proyección del rayo verde
bajo el cual nos miraríamos
irremediablemente.

Te mando amor…


Para ver la evolución del poema, checa sus versiones anteriores aquí (3), allá (2) y acullá (1).






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