En esta quinta entrega del poema interminable "El amor viaja", sigo con
el ejercicio de disfrutar el amor que doy, el amor que soy. En dicho
ejercicio, pongo en práctica el desapego, que me cuesta tanto, pero
consta además de la exploración en los "diversos tipos de amor" sin
intentar definirlos, en la convicción de que todo amor es un Amor (de madre, fraterno, erótico, etc).
Porque descubrí que estar feliz es el camino para llegar a la felicidad;
porque el amor es lo único que crece cuando se reparte; porque la paz
es vivir en desapego; porque el desapego es el rosal inmarcesible, el ahora cada día; porque la felicidad es una, y es un estado diario, un camino que... ah, eso ya lo dije. Námaste.
EL AMOR VIAJA
I
Te mando amor,
un reiterado acertijo de elementos
que se compone sólo ante tus ojos;
una resonancia de latidos
que se liberan
al viento húmedo que me evapora.
Te mando amor,
una ausencia respetuosa del mapa
de tus palabras y de sus gestos;
una dulce sensación
de perderlo todo
al roce inesperado de un fantasma.
Te mando amor,
aquella soledad madre de las aves,
frutas del aire, escurridizas;
una columna de agua secreta,
madurada por los montes
para nombrar tus pies.
Te mando amor,
un silencio anidado en el concierto
de hadas colgadas a los árboles
de cabeza;
la erguida situación de las palmeras
en la plástica niebla de la distancia.
Te mando amor,
una matriz horadada en el aire
entre los pliegues del trabajo
y la caricia urgente;
una casa con diez tentaciones,
tentáculos que traen hachas de azúcar.
II
Te mando amor,
una vibrante perturbación de espejos
lunares
en la secreta convulsión de mis palabras
la descansada puerta de mis ojos
y su trastienda erizada de constantes.
Te mando amor,
la errabunda ensoñación de una balsa
a la deriva en medio del océano
de aromas,
la riqueza mineral de un abismo
suspendido entre dos playas.
III
Te mando amor,
el último adiós en la hechizada
certidumbre de acumular bienvenidas
y el descubrimiento cruel
de mis certezas
absurdas.
Te mando amor,
el insistente trueno del honor sin ego,
la comprensiva dignidad de una oremi
que en la tarde ardiente
espanta moscas mientras se mece,
la amable obstinación de una abuela.
Te mando amor,
los colores que se levantan en la lluvia,
los guijarros que compiten en canales,
la gota que guarda
en sus mapas invertidos
el look del campo y de sus pobres.
Te mando amor,
la sanación que emana de mis buenos ratos,
del tiempo lineal que gira y libera
lo que ha crecido
para la noche infinita de estrellas vivas
que amanecen dondequiera.
Te mando amor,
incansable y apenas provechoso,
el ritual del humo que se aleja,
que mimetiza el fuego
que lo consume, la ceniza para curar heridas,
para marcar portales.
Te mando amor,
V
Te mando amor,
los días que te debo y que te pido,
las cuentas vencidas que
pagaste a Hera,
la espera que se ha olvidado
del día en que empezó su día,
la restitución inesperada.
Te mando amor,
la satisfecha transpiración de la joya
danzante, la razón de seguir
en la húmeda colina,
el humo que enhebra el mala,
la consciencia policroma
de la nueva Diosa.
Te mando amor,
la espiral escalonada hacia el espacio infinito,
el polvo del mandala
barrido por el polvo,
el baile que tus pies no conocen
en los azulejos quebrados,
todavía.
Te mando amor,
la mejor de las intenciones y el maestro,
la mejor de las fábulas y la madre,
el tesoro de los hijos de la tierra,
el aliento del gran espíritu,
el libro que se abre
siempre en la misma voz.
Te mando amor,
la lucha de antiguos opuestos y la miríada
de destellos en su síntesis eterna,
la intersección de los dos mundos
en la coordenada comestible
y el eco de todo lo que ha vivido
Para ver la evolución del poema, date sus versiones anteriores por acá (4), aquí (3), allá (2) y acullá (1).
EL AMOR VIAJA
I
Te mando amor,
un reiterado acertijo de elementos
que se compone sólo ante tus ojos;
una resonancia de latidos
que se liberan
al viento húmedo que me evapora.
Te mando amor,
una ausencia respetuosa del mapa
de tus palabras y de sus gestos;
una dulce sensación
de perderlo todo
al roce inesperado de un fantasma.
Te mando amor,
aquella soledad madre de las aves,
frutas del aire, escurridizas;
una columna de agua secreta,
madurada por los montes
para nombrar tus pies.
Te mando amor,
un silencio anidado en el concierto
de hadas colgadas a los árboles
de cabeza;
la erguida situación de las palmeras
en la plástica niebla de la distancia.
Te mando amor,
una matriz horadada en el aire
entre los pliegues del trabajo
y la caricia urgente;
una casa con diez tentaciones,
tentáculos que traen hachas de azúcar.
II
Te mando amor,
una vibrante perturbación de espejos
lunares
en la secreta convulsión de mis palabras
la descansada puerta de mis ojos
y su trastienda erizada de constantes.
Te mando amor,
la errabunda ensoñación de una balsa
a la deriva en medio del océano
de aromas,
la riqueza mineral de un abismo
suspendido entre dos playas.
III
Te mando amor,
el último adiós en la hechizada
certidumbre de acumular bienvenidas
y el descubrimiento cruel
de mis certezas
absurdas.
Te mando amor,
el insistente trueno del honor sin ego,
la comprensiva dignidad de una oremi
que en la tarde ardiente
espanta moscas mientras se mece,
la amable obstinación de una abuela.
Te mando amor,
los colores que se levantan en la lluvia,
los guijarros que compiten en canales,
la gota que guarda
en sus mapas invertidos
el look del campo y de sus pobres.
Te mando amor,
la sanación que emana de mis buenos ratos,
del tiempo lineal que gira y libera
lo que ha crecido
para la noche infinita de estrellas vivas
que amanecen dondequiera.
Te mando amor,
incansable y apenas provechoso,
el ritual del humo que se aleja,
que mimetiza el fuego
que lo consume, la ceniza para curar heridas,
para marcar portales.
IV
Te mando amor,
un presente de viejas palabras
envueltas
en celofán brillante, porque tú
eres nuevo,
fresco como un nimbo
de menta y como manto perfumado
para el que va a morir.
Te mando amor,
inasible sueño todavía, pero amor
desde
entonces y cuanto antes, con los
sentidos
alterados por la humana
toxicidad de la esperanza, frutal
y vago recuerdo de mañana.
Te mando amor,
un cierto mar clamoroso y sus
bajeles piratas
que se me estrella contra las
costas donde soy yo
y rompe diques cuando
te acercas y rompe diques
cuando no estás.
Te mando amor,
una instancia ante las hadas más solícitas
para preservarte, crisantemo amenazado,
de las manos infantiles
que ya quisieran deshojarte
para nada.
Te mando amor,
un nodo allá al límite de mis vibraciones
el punto imposiblemente vivo que espera
ser hallado como tesoro
de carne y reanimado
a dentelladas.
Te mando amor,
la coloración avergonzada de mis mejillas en
mi primera entrega,
insospechada carta al futuro,
mi primera entrega,
insospechada carta al futuro,
proyección del rayo verde
bajo el cual nos miraríamos
irremediablemente.
V
Te mando amor,
los días que te debo y que te pido,
las cuentas vencidas que
pagaste a Hera,
la espera que se ha olvidado
del día en que empezó su día,
la restitución inesperada.
Te mando amor,
la satisfecha transpiración de la joya
danzante, la razón de seguir
en la húmeda colina,
el humo que enhebra el mala,
la consciencia policroma
de la nueva Diosa.
Te mando amor,
la espiral escalonada hacia el espacio infinito,
el polvo del mandala
barrido por el polvo,
el baile que tus pies no conocen
en los azulejos quebrados,
todavía.
Te mando amor,
la mejor de las intenciones y el maestro,
la mejor de las fábulas y la madre,
el tesoro de los hijos de la tierra,
el aliento del gran espíritu,
el libro que se abre
siempre en la misma voz.
Te mando amor,
la lucha de antiguos opuestos y la miríada
de destellos en su síntesis eterna,
la intersección de los dos mundos
en la coordenada comestible
y el eco de todo lo que ha vivido
de par en par.
Te mando amor,
un boleto de regreso a la estación congestionada
de signos, el portal del esfuerzo
que se derrama, contorno del que sueña,
la sustancia que se evapora
en la gota de sudor
de quien salió a vivir.
Te mando amor...Te mando amor,
un boleto de regreso a la estación congestionada
de signos, el portal del esfuerzo
que se derrama, contorno del que sueña,
la sustancia que se evapora
en la gota de sudor
de quien salió a vivir.
Para ver la evolución del poema, date sus versiones anteriores por acá (4), aquí (3), allá (2) y acullá (1).
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